Baku.

Para acercarnos a la capital elegimos el ferrocarril. Desde las ventanillas del destartalado tren, observamos un desolado paisaje que no invita al pedaleo. Obsoletos sistemas de sondeo se encargan de extraer fluidos de las entrañas de esta tierra y una compleja red de oxidadas tuberías de distribuirlas vete a saber dónde. A las horas, empezamos a ver los primeros suburbios de la gran ciudad.
Durante tres días paseamos por esta moderna ciudad, donde los omnipresentes Ladas, comparten asfalto con turismos y todoterrenos de lujo. También aquí la telefonía móvil hace furor y los numerosos escaparates se encargan de mostrar los últimos modelos.

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